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domingo, 8 de noviembre de 2015

El Museo Británico



      En Adagio en primavera, el señor Holstead, durante su estancia en Londres, visita el Museo Británico para observar su colección de insectos exóticos. Esto puede parecer extraño al lector, pues actualmente, la colección entomológica se encuentra en el Museo de Historia Natural, también en la capital británica.




     Sin embargo, en 1866, año en el que se ubica la acción de la novela, este último museo aún no existía, por tanto, la colección de insectos se encontraba en unas estancias del Museo Británico que tiene su origen en 1753, cuando más de ochenta mil artículos, procedentes de la colección privada de Sir Hans Sloane, fueron donadas al Estado británico y compradas por el gobierno del propio país en una subasta por el precio simbólico de veinte mil libra. La colección incluía cuarenta mil libros, siete mil manuscritos, cuadros de Durero, una colección de ciencias naturales y medicina y diversas antigüedades de Egipto, Grecia, Roma, Oriente Medio, Extremo Oriente y América.    

      Para fundar el Museo Británico, además se adquirió la biblioteca de Sir Robert Cotton y la del anticuario Robert Harley.

       Su primera ubicación fue la casa Montagu, una mansión del siglo XVI, y se inauguró al público en 15 de enero de 1759. Desde su fundación, el museo comenzó a aumentar su colección a través de donaciones o compras y, aunque en un principio su base patrimonial estaba formada por documentos y libros, enseguida comenzó a recibir gran cantidad de objetos antiguos. 





      El museo empezó a atraer a muchos conservadores e historiadores, lo que hizo que se empezaran a catalogar y a clasificar todas las piezas que contenían. El primero de estos catálogos se publicó en 1808. Al mismo tiempo, comenzó a ser sede del estudio por parte de numerosos investigadores, que encontraron en sus salas mucha documentación de la biblioteca y piezas únicas sobre las cuales trabajar.

     En 1887, debido a la falta de espacio, trasladaron toda la colección de piezas naturales al Museo de Historia Natural de Londres, que no se convirtió en museo propio hasta 1963.  

     El Museo Británico siempre ha estado abierto, con la excepción de las dos guerras mundiales, en las que permaneció cerrado por miedo a posibles daños en sus obras. Se hicieron evacuaciones parciales de obras, aceleradas durante la Segunda Guerra Mundial, por los daños que produjeron las bombas sobre el museo durante los bombardeos sobre la ciudad de Londres.



      El Museo Británico posee más de siete millones de objetos que cubren la historia de la cultura humana desde sus orígenes hasta la actualidad. Muchos de estos artefactos no están expuestos, sino que se conservan en un subterráneo, ya que el museo no dispone de suficiente espacio.

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