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jueves, 17 de diciembre de 2015

LA NUEVA LEY DE POBRES (y las wordhouses).



       En Hillock Park se critica la Nueva Ley de Pobres, que fue aprobada en Inglaterra en 1834. La Ley de Pobres había sido promulgada en 1388 para hacer frente a la escasez de mano de obra en aquella época y, en ella, se restringía la circulación de los trabajadores y nombraba al Estado como responsable del apoyo a los pobres.
       El desempleo masivo tras el final de las Guerras napoleónicas (en 1815), la introducción de maquinaria agraria y las malas cosechas convirtieron en insostenible el sistema de ayuda a los pobres, por lo que el Parlamento británico decidió modificarlo. La Nueva Ley de Pobres de 1834 trató de revertir la tendencia económica, al desalentar la prestación de socorro a cualquier persona que se negara a entrar en un hospicio. Es decir, anulaba cualquier subvención, solo se encargaba del mantenimiento si la persona en cuestión accedía a entrar en una casa de trabajo (wordhouse). El “pobre”, lisiado, niño o viejo debía vivir y trabajar allí. Normalmente, se empleaban en romper piedras, aplastar huesos para producir fertilizantes, recoger estopa. La vida en una casa de trabajo estaba destinado a ser duro, para disuadir de su entrada en ellos y garantizar que solo se albergara a la verdadera miseria. En ellas, se garantizaba la atención médica y la educación a los niños, algo que el Estado no ofrecía fuera de estas casas. A pesar de esto, la situación de los miserables era precaria, puesto que el hacinamiento, el racionamiento de la comida, la insalubridad de las instalaciones y el abuso por parte de los regidores eran cosas habituales. 





        Personas como Richard Oastler se pronunciaron en contra de la nueva Ley de Pobres, llamando 'prisiones para los pobres' a las Workhouses y llevando a cabo una acérrima lucha para reducir su jornada laboral a diez horas. Los mismos pobres odiaban y temían la amenaza de verse reclusos en una casa de trabajo y, por ese motivo, llegó a haber disturbios en las ciudades del norte de Inglaterra.



      Dickens, en Oliver Twist, dejó testimonio del abuso que se producía en estos hospicios o workhouses, pero estos no acababan allí. Muchos empresarios se dirigían a los hospicios en busca de mano de obra barata y, una vez contratados, sometían a los trabajadores a nuevos abusos sin que estos tuvieran ningún derecho laboral. Para entender este segundo caso, recomiendo la miniserie The Mill, del Canal 4 británico. 




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